El alma no necesita ojos para mirar,

ni memoria para recordar.

Para ello tiene otros sentidos y te trae el regalo a modo de holograma...

Algo así como una resurrección completa.

El lenguaje es tan reinterpretable y confuso...

¡cómo describir con palabras, el aroma de una flor!

Empleamos el lenguaje muchas veces para describir, o aproximarnos, a lo in-describible.

Nos aproximamos con palabras y ellas mismas nos alejan, al tiempo, de lo que interiormente hemos sentido y aprehendido de ese algo indescriptible.


Lo descrito no guarda el recuerdo de ningún sentido, porque el sentido, que es impresionable en sí mismo, solo comparte su realidad con los otros… los otros sentidos.

De ahí, por ejemplo, que “un ciego, no pueda ver nada sino es a través de los otros…” “los otros sentidos”.
...

Aquél día tú...
Tú, viejo ya, te quedaste en la entrada, leyendo las explicaciones, descritas, de lo que dentro podrías ver… y, "tu compañera", traspasó la puerta de la mano del niño que fuiste un día. Él, como todos los niños, fue atrevido, pudo más su curiosidad y, no tuvo miedo a entrar. Le acompañaba la voluntad, la confianza y la esperanza,... la esperanza de encontrar lo que había detrás de aquella puerta. Y es que toda puerta cerrada nos ofrece impulso.

Detrás de todo está ese misterio que nos  impulsa, con anhelo a  avanzar.

...

De regreso, tú, estabas impaciente por explicar con tus palabras lo que habías leído en la entrada y nos contaste:

He leído que, dentro, hay una especie de museo, porque hay muchos cuadros de firmas importantes. Un hombre sin cabeza, se pasea por él… como jugando a la gallinita ciega intentando atrapar a los que entran. Muebles muy antiguos pero muy nuevos que los visitantes pueden usar.Un pedestal muy alto en el que descansa una antigua reina católica cubierta por velos que el encargado retira para que puedan reconocerla… Y música, la música acompaña en su paseo a los que entran…

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Cuando terminaste tu explicación, curiosamente, nos preguntaste:

"¿Es así o no?"

...

Algún día, cuando te atrevas a entrar...