El Viejo y El Niño, otro año más, están por despedirse
Se miran sostenidos, mutuamente, en su mirada
mirada donde el amor es el único invitado
-Descansa, viejo amado, has hecho tu trabajo.
-Queda en paz, amado niño, y confía,
pasito a paso; el camino, es expresado
La actitud es mía...
... y ya,
saldremos disparados, como la piedra lanzada por una honda, directos a un destino probable, al que llegaremos o no... y ya.
Melancólicamente, puedo echar de menos otros lugares. Lugares en los que reí y me lamenté, lugares de los que deseé salir tantas veces, tal vez, para aprender a echarlos de menos sin desear volver y dar Gracias por todo…
Gracias a mí, a todos.
Una parte de la melancolía, es del recuerdo borroso…, como una queja, si no aceptas que lo que pasó, pasó.
¡Bendito es para el presente!
Y una parte, del deseo, de la fantasía. De la fantasía de un sueño con algo distinto en lo que aún no cabe la tristeza posible de toda ilusión, …ni desengaños.
Y ya… todo, todo lo que se quedó, lo que dejé, no es más ni menos para mi, para nadie… solo detalles para un lugar de una ausencia. Y, apenas, en alguien, latirá la huella, a modo de recuerdos.
Sé que no salí por casualidad, que es amor lo que tengo, lo que encuentro... lo buscado. Aunque a veces soy como ciega recién salida a una calle desconocida donde tropieza con todo y todos...
Me acompaña,
la vela y su tenue llama, tan mágica e inmensa en la que encuentro la fuerza atronadora de mis deseos ocultos en lo íntimo y sagrado...
La soledad vibrante, danzadora del silencio revelador e inspirativo...
El claroscuro, provocador, del espacio que se presta a mí como si solo mi aliento le colmase y diese frescura...
El Viejo y el Niño están por despedirse de nuevo... y yo, me quedo presente, mirándoles, sobrecogida... Gracias.
Venimos de un silencio profundo... donde desde el principio, existía la palabra