Se entrenaban para estar muertos pero, no sería para siempre...
Los tomé y apreté entre mis manos; eran huesos. Huesos pequeños y duros; que nada, parecían tener que ver con la dulzura fresca y tierna de su pretérita, carne.
Los fui enterrando uno a uno, bajo el manto cálido y rico de la tierra donde podrían reencarnar y ofrecer, nuevamente, besos tan dulces como la miel.
(potencialidad)
"Dulces como la miel"
(Hoy, reactualizo este micro y lo dedico a mi madre..., agradecida por todos y cada uno de sus besos... besos tan dulces como la miel.
Gracias, mamá, por tu sonrisa, por tus palabras, por tu inmenso abrazo de amor maternal. Solo una madre sabe cuándo es más necesaria.
¡Gracias por visitarme en sueños, gracias, gracias, gracias...!