" Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y quedéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado"
La carretera se presentó, ante mí, como una lengua larga, estrecha y húmeda. Era, y es, una carretera rural, de las que llaman secundarias y no lo son para alguien, tal como esta, no lo era , ni lo es, para mí.
Carreterita negra y brillante por mor de la humedad que le regaló la lluvia, una tarde, a finales de un bello invierno.
Rodaba por ella, sobre cuatro ruedas... en paz, y contenta en mi solitaria contemplación.
Adiviné, de pronto, la sombra de paseantes los días de sol... soñaba ser
una de esas "sombras con patas" kaminando en compañía, enamorada...