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Palabras para Arturo
Querido Arturo,
hace calor y siento frío, amigo mío… ese tipo de frío que deja, cual halo, la muerte al llevarse lo querido.
Mi lengua y la mente se han mezclado como una mar revuelta, querido. Y lanzan al aire mi mensaje –en palabras- como olas de un océano que, sin ti, parece más inmenso y más vacío… olas espumosas, bravas, lastimeras y lloronas; ¡busconas incansables! Olas en rosario dulce y solitario que acaban hundiéndose en la arena. Oraciones lanzadas al viento, contra el vacío abismal de la muerte y un camino abierto sin límite…y sin respuesta de lo ido.
Se evaporó la roca de tu pecho, la cala de tu alma, la isla de luz… aquella, de tu mirada, cálida, ya perdida, como el tesoro de un pirata, enterrado bajo desconocida tierra…
Centro, columna, hueco… No existen:
Centro donde tan solo ayer, mis sentidos volaban en palabras y, sin dolerse; estallaban dóciles y sin complejos.
Columna donde descansaban y soñaban libres, mis pensamientos, entre los tuyos.
Hueco donde, presurosos, huían mis temores a ocultarse del ruido y los monstruos que amenazan, a veces, el camino…
Todo eso ha desaparecido, se fue contigo.
Amigo bendecido…
La noche puso fin al día. La compañera del alma se siente huérfana de compañía tan preciada….
Aún es pronto para mí, amigo ¡Lejos deseo, de aquí, el olvido! Todavía…todavía te echamos de menos, la falta sentimos y la diferencia es grande.
Bendigo tu paz y tu reposo querido amigo… Aunque, hoy sea, un vacío sordomudo, el mar inmenso donde van a desembocar mis sentidos, que no pueden, ya, verte, oírte, respirarte y sentirte… ni esperarte más.
A veces, Arturo, hago el camino hacia tu casa, parece que todo sigue igual y, sin embargo, como dicen: nosotros hacemos la diferencia. Ahora que tú no estás ¡todo es distinto...! Si, distinto, diferente, extraño y lejano -es todo aquello- ahora, sin ti. Amigo querido, duele tu ausencia, duele…
dicen que duele la verdad más que otra cosa, y, que ya no estás conmigo, es cosa cierta.
Me besa el aroma de magnolia y me hiere la espina de la rosa o, lo que es lo mismo: Me besa dulcemente tu recuerdo y me hiere tu ausencia sin remedio.
PD.: Lo siento Arturo, perdona mis quejas. Supongo que esta carta que escribí, a modo de mensaje en una botella con chinitas de mi vida para ti; forma parte del adiós, de la despedida que te debo…
Ya ves, aún necesitaba tiempo para aceptar la frontera que nos separa.
Me pediste que continuase narrando lo que quedaba de la historia…, lo que tú me contaras, y aunque comencé; lo que más deseaba en este momento era hablar contigo de alguna manera.
De alguna manera, es lo que intentaba, hablarte...
porque deseaba soñar que estabas todavía, conmigo.
Pero ya sabes que acepto tu marcha…
Y que bendigo tu paz y reposo, hermano mío,
hasta siempre, Arturo.