Seguramente es la semilla, más fecunda, de una porción metafísica que da de comer y beber; poéticamente, al corazón del hombre y la mujer.
Brota, florece y fructifica en cualquier estación de la vida:
Entre la fría y solitaria nieve.
En pleno y abrasador desierto.
Con la caída de las hojas y a los pies de árboles desnudos.
O, valientemente, enmedio de las flores más bellas de una tierna primavera.
La amistad, no se agosta, permacece viva para todos;
para tí.
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Si la vida fuera un caldo saludable, el amor sería el agua; y la sal sería, la amistad;)
(Que nunca falte una taza de ese caldo saludable, amén.)
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Hoy leí un pequeño párrafo de las Confesiones de S. Agustín en el que cuenta lo que le gustaba dusfrutar de la amistad, entre amigos...
"Había en mis amigos otras cosas que me hacían más cautivadora su compañía: charlar y reír juntos, servirnos mutuamente unos a otros, leer en común libros bien escritos, bromear dentro de los límitesde la estima y respeto mutuos, discutir a veces, pero sin aspereza, como cuando uno discute consigo mismo. Incluso esta misma diferencia de pareceres, que por lo demás era algo poco frecuente, era la salsa con que aderezábamos muchos acuerdos. Instruirnos mutuamente en algún tema, sentir nostalgia de los ausentes, acogerlos con alegría a su regreso; estos gestos y otros por el estilo, que proceden del corazón de los que se aman y se ven correspondidos, y que hallan su expresión en la boca, lengua, ojos y otros mil gestos, muy gratos, eran incentivos que iban fundiendo nuestras almas en una sola" (San Agustín)