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27 junio 2019 4 27 /06 /junio /2019 19:29

 

 

5/

Cuando terminé de relatar todo, volví la mirada hacia Eduarda… tenía las manos en la boca y el rostro bañado en lágrimas. Me levanté y la abracé, entonces rompió su silencio con un llanto doloroso que acudía de lo más hondo de su alma… sabía que mi relato había traído a su memoria el recuerdo de algo que, al parecer, la mortificó más allá de la muerte.

Intenté confortarla estrechando más el abrazo, pero no dije nada, callé a la espera de su desahogo. Me pidió que le sirviera un vaso de agua; bebió y después sacó un pañuelo del bolsillo de su delantal para limpiar su cara de lágrimas…

 

-¡Ay, Dios mío… ay! al fin llegamos a mi vergüenza hija. Siempre me sentí culpable de la muerte de la señora, y de la tragedia que vivió su niña cuando se quedó sin su madre. No merezco perdón, hija mía, si tú supieras…

 

-No sigas, tía, sé lo que pasó. Lo que he vivido esta noche, comenzó antes de verla llorar en el reclinatorio. Pero aunque no lo hubiera visto, toda la familia lo sabía, mi abuelo y sus hermanas sabían que tú te entendías con su padre.

 

 -Me crié en la casa, ya lo sabes… mis padres trabajaban aquí. Yo era un par de años mayor que el niño, pero siempre estuve enamorada de él y cuando tuvo edad, dejó de jugar  para hacer conmigo lo que se le antojaba… y yo, no sé qué me imaginaba, soñaba despierta, creía que él también me quería, y que algún día, sería yo la señora de la casa, estaba ciega… o no, porque siempre supe que él estaba loco por otra –la madre de tu abuelo, ya sabes- y además, sabía que su padre le tenía, ya, una novia preparada –la desgraciada señora-

Pero yo no quería despertar y lo dejaba hacer, me tenía loca… y antes de casarse, ellos, tuvieron que acudir, precisamente, al padre de la novia, para que me diera algo, pues hubo un mes en que no me venía el periodo y mi madre se temió lo peor. Entonces, fue cuando desperté del encantamiento, me di cuenta, de que yo no era nadie para él, nadie. Pero sobre todo, lo comprendí, cuando la madre de tu abuelo se quedó embarazada y él recibió la noticia encantado y feliz. Nunca lo hubiera imaginado… lo sé porque vino enseguida contármelo –cuánto lloré yo- y con los otros hijos, igualmente; pero el colmo fue cuando nació tu  abuelo, hija; nunca le había visto tan feliz…, cómo estaría que le puso hasta su nombre y, no contento con eso, se puso el mundo por montera y se los trajo a su propia casa… sin importarle ni su señora esposa; ni su hija ¡pobres!. Él, siempre  estuvo acostumbrado a eso, ha hacer su santa voluntad, solo lo contrariaron con el matrimonio que le obligaron a hacer; pero  aparte de esto, nada,... nada le daba miedo ni respeto ¡nada…!

Bueno, miento... miedo sí hubo, a su mujer sí se lo tuvo, fue la única que lo tuvo en un brete alguna vez. Por eso, no entendía cómo la trataba tan mal. ¿Tú te puedes imaginar a un ratón provocando y haciendo daño  al gato? pues eso es lo que acababa haciendo siempre, era como si supiera que ella, de ir en contra de alguien lo haría contra ella misma y nunca contra él... y así pasó, aquella noche, como ya sabes.

 

-Aquella noche, Eduarda, amiga mía;  cuando me desperté, estaba delante del tocador, -no en el reclinatorio llorando, eso vino después-  me perfumaba y arreglaba para gustarle a él… no podía soportar más la tristeza de mi niña y había decidido conquistarle a cualquier precio, aunque eso supusiera arrastrarme y mentir con todo mi cuerpo y mi alma… bajé a buscarle, sabía que se quedaba en la sala grande, fumando y bebiendo. Cuando llegué, la puerta estaba entreabierta y os vi. Se me escapó un grito, tú intentaste desembarazarte, pero él, te sujetó, se echo a reír y gritó,

 

 -¡mira, mira… mira y aprende cómo se porta una mujer de verdad, devota del demonio!

 

-¿Comprendes entonces porqué me siento como una mala mujer, hija?

 

-Te comprendo, pero ahora estamos aquí para sanar todo eso, para comprender. Para comprender lo inevitable de algunas situaciones, para ver cómo la vida nos empuja por un camino y es muy difícil llevarle la contraria, porque somos verdaderas marionetas de ella y de la experiencia que nos toca vivir… marionetas inocentes, porque solo hacemos el papel que nos toca, ¿entiendes, Eduarda? somos inocentes, míralo así de corazón, así ,  miro y comprendo yo...y así lo vio,  también, ella. Supo, siempre, que tú no eras sino otra víctima más.

-¡Ay hija mía… cuánto tuve que sufrir después de la muerte de la señora! La niña vivió una auténtica tragedia y yo creo que resistí porque me sentía deudora y me impuse la penitencia de no abandonar a los niños, que demasiado habían sufrido todos… todos, unos antes y la otra después, habían perdido a la madre y el padre, aunque les quería…- porque les quería y sentía orgullo de hombre por ellos, ¿sabes? pero; no tenía buen regazo ni palabras de cariño para ellos... antes todo era tan distinto…

-Sí, tía… era todo muy distinto antes y después, pero   ahora... ahora haremos que sea definitivamente distinto.

(Salud)

https://youtu.be/72xyi17KoI8

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Comentarios

M
Te superas cada vez que escribes amiga mía y la canción es bellísima. Un abrazo de luz enorme.
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F
Lo hago con entusiasmo y ganas, sin duda... pero tú me animas con tus palabras. Muchas gracias por leer con ojos tan amables, María. <br /> Besos de luz, guapísima :)
D
¡Que gran trabajo! Releida completa la historia me ha emocionado. Dreamy
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F
Bien... ya sabes que este trabajo va de eso, de provocar la emoción y comprender..., así que, si a ti te ha emocionado (me doy con un un canto en los dientes jeje) que no eres fácil, pues voy bien. Y digo voy, porque la historia sigue. Por otra parte, agradecerte el aprecio que haces de mi trabajo, muchas merci:) Ah! y no acabo de pillar lo de dreamy (sorry)