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8 febrero 2017 3 08 /02 /febrero /2017 19:56

Mi abuelo tenía un cortijo,

en el cortijo un huerto

y en el huerto un paraíso.

En el paraíso, Floro, sembró de todo...

yo era muy pequeña, pero cuando entraba a él, me convertía en diminuta;

por eso, el abuelo Floro, me cogía en brazos y así, recorríamos los mil vericuetos, mientras me enseñaba cómo se llamaba cada fruta y sus variedades... porque, de cada árbol, frutal. tenía distintas variedades.Por ejemplo, tenía ciruelas de todos los colores ¡preciosas y riquísimas!, había kakis, granaddos, melocotoneros, albaricoqueros, higueras, membrilleros...

recuerdo también, especialmente, las naranjas de sangre... aunque he de decir, que yo no quería tomarlas, no sé qué me daban, si más miedo o asco ( esto último no lo decía, pues estaba prohibído, en el paraíso, ese sentimiento y sentía vergüenza:(

Había otro árbol que me encantaba... un cerezo. El cerezo apenas daba unas cuantas flores y dos o tres cerecitas, mágicas y tentadoras. Y es que en tierras sevillanas, el clima no es adecuado a este frutal. Pero; el abuelo Floro, que era de tierras granadinas, no se resistió a  traer algún plantón e intentarlo..., a pesar, de su mimo y cariño, solo quedó uno, algo raquítico, que como digo, solo daba dos o tres frutillas, que naturalmente, acababan en mi golosa boquita.

Así, era Floro, un abuelo con sus preferencias... mis hermanos y yo, éramos sus nietos preferidos, tal vez, con buenas razones, pues mientras nosotros le adorábamos, los otros nietos, no es que pasaran de él, es que algunos, le tenían como distancia, no se atrevían a acercarse... la verdad, es que era serio y reservado, pero a mis hermanos y a mí no se nos resistió ¡así es el amor, amigos... un rompepiedras y arrasa muros!

Pero bueno, estoy hablando mucho de Floro y yo, hoy quiero recordar, especialmente, aparte de al abuelo y su huerto, a las abejas...

a las abejas melíferas, esas maravillosas polinizadoras y generadoras de vida.

 

 

Porque en el paraíso del abuelo Floro, también había sitio para ellas ¡un gran sitio, tranquilo y solitario!... ´ con su sabiduría, natural, él, había colocado las colmenas, al lado de las chumberas,  en una esquina apartada y lo más lejana posible del paso... (aclaro que este territorio, paradisíaco,  tenía alrededor de media hectácrea)

Traigo las abejas a colación, porque las conozco y aprecio mucho, además de entender el gran valor que tienen para la vida del planeta y sus hijos (nosotros)

Recuerdo aquellos días en que avisaba el abuelo a sus hijos para que acudieran con los niños, porque iban a ir a sacar la miel y castrar los panales de cera... aquello, se convertía en una fiesta para todos, pero claro, para los peques más, pues nos daban enormes trozos de "galletas de cera" para chupar ¡Menuda golosina!

 

 

 

 

Y, aparte del valioso recuerdo, quiero poner, como digo, en alerta y en valor, el riesgo en el

que están nuestras buenas amigas, VECINAS y hermanas, las abejas... (como  todo polinizador) debido a productos químicos venenosos que algunas personas, por inconsciencia, y otras por interés, están propagando en nuestro ambiente natural, convirtiéndolo en ambiente tóxico.

Como decimos:

"Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar"

Así que ¡CUIDADO... que nuestras vecinas están siendo asesinadas!

En el medio, dicen, está la virtud... y del medio ambiente que creamos, depende el poder vivir aquí o no.

Como decía, más arriba, ante el amor nada se resiste y todo se rinde, propaguemos el amor y alimentemos  la vida con ello. De ahí, no solo sacaremos la energía necesaria, sino las ideas que hagan posible elevar la conciencia y con ello, hacer que más y más seres humanos comprendan y aprendan a valorar la vida que compartimos todos y es de todos.

GRACIAS

https://youtu.be/0Lh-BRAdKDE

 

 

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