Olaaasss...
Mucho me temo que vienen a rescatarme, dijo… y se deshizo el abrazo como el perfume de alguien que pasa y se lleva la brisa con que antes nos embargara. Al despertar, realmente, sentí en mi cuerpo el frío que sentimos al salir de unos brazos amigos.
A media mañana, me lo dijeron: -¿sabes quién ha muerto?
Recuerdo la última vez que hablamos, hace ya muchos años… quería disculparse, sentía que se había comportado mal -dijo-. No lo disculpé, no supe... Cuando me enteré de que estaba enfermo, fui yo, la que se sintió culpable, supongo que donde las dan las toman… eso dicen ¿no?
Recogí aquella piedra y la guardé en mi mochila, cargué con ella, creo, por no olvidar la lección.
Hoy, en cualquier caso, siento que estamos en paz, que hacía tiempo que no había ni rastro de rencor o culpas y solo quedaba agua limpia de la fuente para limpiar nuestros pies y nuestras manos… para nuestras obras y nuestros pasos.
(Retales de los sueños)
Requiescat in pace
El adiós es triste… y doloroso marchar sin el abrazo de la paz; por eso Dios siempre nos brinda una última oportunidad.