Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
13 abril 2018 5 13 /04 /abril /2018 18:30

(Continuando sentir no es juzgar/1)

2/

Por la tarde bajé a buscar a la tía Eduarda…

 

-Hola hija, ¿has podido descansar un poco?  ¡Vaya, perdone usted…! es que como es nieta de mi niño, me ha salido sin querer…

 

 

 

-No se preocupe, si lo comprendo, después de todo, usted fue  una segunda madre para él y sus hermanos. Y sé, además, que así la quería y recordó siempre, como a una madre… así que,  porqué no tratarnos, nosotras, con la misma confianza. A mí también me gustaría, y,  egoístamente, en estos momentos, necesito el apoyo de alguien... y si estás aquí, es porque tú, tía Eduarda, eres la indicada.

 

Gracias, hija, así es, no es casualidad que me hayan mandado a mí a recibirte y atenderte. Y ahora dime, ¿has descansado algo?

 

 

No mucho, la verdad… me encuentro demasiado excitada. Pero bueno, un poco más asentada sí siento que estoy; me comí con gusto, las gachas dulces con picatostes que me subiste y me han caído muy bien, mi estómago lo ha agradecido mucho, tía.

 

 

-Vaya, me alegra que te hayan gustado, igual no las habías comido nunca…

 

-Sí, tía…las he comido, alguna vez, de pequeña.

 

-Bueno, y ahora ¿tienes ganas de salir a dar un  paseo campestre por esta sierra tan bonita?

 

-Pues sí, necesito aire fresco…

 

-No será porque en la casa hace calor eh? Jaja

 

-No, desde luego… esta casa parece que está hecha de témpanos de hielo, ¡madre mía!…

 

 

La tía sacó unos echarpes de una cómoda que había en la entrada y salimos. La tarde estaba clara y muy agradable, pero no sobraban los chales que nos habíamos echado por los hombros.

 

La casa, estaba rodeada de árboles enorme y había más de un tilo; recuerdo que mi madre me había hablado de ellos, y de cuánto le gustaba sentarse a la sombra de alguno a leer. Nos acercamos a un mirador… abajo a lo lejos se oía correr el agua de una fuente natural. La finca, al ser de sierra era muy quebrada... estaba llena de cerezos gigantes… Bajamos por un sendero y directamente desembocamos al río. ¡Qué inmenso y precioso era todo, Dios, parecía el paraíso...!

Nos acercamos a un merendero cercano y la tía Eduarda me invitó a sentarme.

 

-Dime hija, has entrado ya a ver las habitaciones, cuál te has quedado?

 

-Me costó mucho entrar a ellas, pero al fin, lo hice… entré primero a la que me quedaba a la derecha… enseguida vi que era la de la hija…

 

-Ella, era tía abuela tuya, niña, aunque solo fuera por parte del padre, (tu bisabuelo) era parte de tu familia.

 

-Sí, lo sé…aunque es algo que he comprendido hace nada, antes, cuando  se hablaba de ella, se hacía como si fuera alguien ajena a nosotros en todos los sentidos, y por supuesto ajena a mi sangre. Era como si, al ser hija de la esposa del bisabuelo, no fuera hermana auténtica del abuelo, nunca oí hablar de ella como una hermana más de él… y lo que se hablaba no era precisamente agradable. Aunque siempre fue poco y lo mismo. Siempre la sentí extraña y aparte de  nosotros.

 

-Ella, hija, nunca aceptó de buen grado a sus hermanos, cuando el amo los trajo a casa, para la niña fue una tragedia ¿comprendes?  Y al que más despreciaba era a tu abuelo, porque era el varón y el amo lo adoraba..., por eso, y porque era el más pequeño de todos. Sus hermanas y el hermano, lo cuidaban  y defendían siempre de todo, él era el niño chico, el mimado.

Ponte en su piel, para ella, eran unos extraños usurpadores que habían invadido su casa y le habían robado, además, toda la atención del padre. Desde aquél día, ella se sintió apartada y, se apartó, de él… nunca le pudo perdonar que los trajera a su casa… los despreciaba.

Sufrió muchísimo, mi niña, de la noche a la mañana, sintió que le habían robado a su padre…

y su madre (la señora) no tardó en morir; la pobre, no tenía ganas de vivir, la habían casado con un hombre (tu bisabuelo) al que no quería y que tampoco la quería, pero que disponía de ella como si fuera de su propiedad, se pasaba las horas en su cuarto y en la iglesia, siempre rezando…  y  mi pobre niña se encontraba muy sola..., a mí ya no me quería, porque también me ocupaba de los otros, no me lo perdonó nunca… ¡pobre niña! Se sentía traicionada y abandonada  por todos, le dolía el alma y el cuerpo, le dolía la vida y odiaba… despreciaba y no perdía oportunidad de humillar al niño, él, era muy pequeñito e indefenso, con las otras hermanas no era tan fácil despacharse a su gusto. Aunque nada de eso, la dejaba en paz, al contrario, fue muy infeliz aquí. Soñaba con hacerse mayor para poder casarse y salir de la casa.

 

 

-Oye, tía, y de la madre de mi abuelo qué sabes… ¿la conociste?

 

-Alguna vez la vi, sí… Cuando el amo me mandaba a alguna venta donde hubieran quedado, a llevarles algo, o a llevarle a ella algún recado a su casa.

Era una mujer muy echada “palante” parecía  que no le importaba nada y se ponía al mundo por  montera; pero se notaba que sufría también… creo que era una máscara,  también pienso que estaba ciega, que no se daba cuenta del daño que hacía… y no me refiero al dolor de  la esposa del amo y la niña; hablo de los niños, de sus propios hijos…

 

-Y ¿sabes algo de su marido, de qué murió él…?

 

-No hija, solo sé que la casaron con ese hombre, y que ella, no lo quería… un arreglo, vamos, como pasó con tu bisabuelo.

Antes, a las familias les daba igual si tú querías a alguien, eso no se tenía en cuenta. Tu bisabuelo y ella, se habían querido siempre, pero, la familia consideraba que no era lo que querían para su hijo. Y no tuvieron más remedio que aguantarse ambos.

Y todo estuvo bien, más o menos, hasta que, ella, se quedó viuda, sola, con un hijo del marido.

 

-Qué pasó entonces, ¿el bisabuelo fue a buscarla…?

 

No sé, contaron de todo, que si fue ella, que si fue él… pero fueron los dos, claro que aquello en una mujer era un pecado muy grande, y una gran vergüenza… pero ella, se ve que solo pensaba en él y estaba obsesionada, no le importó nada, ni la familia, ni el hijo de su difunto. Ni los que tuvo después, como consecuencia de los encuentros con tu bisabuelo… y porque se murió joven que si no…

 

-Oye, tía, y cuando se iba con él, qué hacía con los niños…

 

-¡Qué se yo, hija…! Yo solo sé que cuando murió y el amo se presentó en la casa con los cuatro niños, el del difunto marido y sus tres hijos,  daba penita verlos ¡pobres! Cuatro desgraciaos, hija, mal comidos,  mal vestidos, mal lavaos y malqueridos… esa mujer no estaba bien, de verdad,...

se la tragó la vida de mala manera , su dolor y vergüenza inconsciente, no supo salir, se fue hundiendo cada vez más hasta que encontró lo que buscaba, morir...

¡pobre, pagó con su vida la libertad de amar! dicen que cada cual se mata a su manera!..Descanse en paz.

 

(Morir de amor)

 

 

https://youtu.be/XtzYwHnIio0

 

Compartir este post
Repost0

Comentarios